Según el artículo 3 del Reglamento Federal de Seguridad y Salud en el trabajo define los factores psicosociales como:
Aquéllos que pueden provocar trastornos de ansiedad, trastornos no orgánicos del ciclo sueño-vigilia, de estrés grave y de adaptación, derivado de la naturaleza de las funciones del puesto de trabajo, el tipo de jornada laboral y la exposición a acontecimientos traumáticos severos o a actos de violencia laboral. Todo ello a consecuencia del trabajo desarrollado por parte del empleado.
Muchas organizaciones están implementando programas innovadores para el bienestar financiero, salud mental, nutrición y actividad física, gestión de estrés, entre otros. ¿El objetivo? Incrementar la productividad de los empleados y demostrar su compromiso con el bienestar de sus colaboradores (Deloitte, 2018). Parece que se trata de una perspectiva distinta del empleado en comparación con los esquemas anteriores donde los cubículos en serie hacían notar la poca trascendencia que tenían las necesidades del personal y únicamente interesaban la obtención de los resultados sin importar los procesos.
Una de las variables a mejorar y que contribuye de manera importante al compromiso del trabajador es el espacio de trabajo. Porque un lugar de trabajo es mucho más que una propiedad. Es un entorno de vida que ayuda a las personas y las empresas a crear y experimentar una mejor fusión de la vida y el trabajo (Puybaraud, 2017). Sus propiedades físicas tienen un efecto en las personas, y dependiendo del diseño esa afectación puede ser positiva o negativa. En un escenario ideal, el espacio de trabajo debe ser algo que impulse y ayude a resolver los problemas día con día, y no algo con lo que debes arrastrar y trabajar contra corriente para que “a pesar del espacio” puedes salir adelante.
Un lugar de trabajo mal diseñado puede atraer no solamente retrasos en el cumplimiento de los objetivos trazados, sino efectos negativos en la salud del empleado al generar un exceso de estrés porque no tiene las herramientas necesarias o idóneas para desempeñar sus tareas. El estrés laboral en México ya se sitúa a la cabeza del ranking mundial, superando por primera vez a China, que hasta ahora lideraba esta temida clasificación. Según un estudio elaborado por la compañía Regus, el 75% de las personas que padecen estrés en México señala el entorno laboral como origen (Cruz Martínez, López, Cruz, & Llanillo, 2016).
El espacio de trabajo no debe sumar a esta estadística, al contrario, debe ayudar a disminuir la problemática aportando bajo un diseño bien planeado y ejecutado, agilidad y eficiencia para concretar los compromisos laborales que una persona obtiene al ser contratado en una empresa. Es un ingrediente esencial para facilitar el cambio organizacional. En el trabajo, las personas necesitan sentir que tienen un propósito, operar en un entorno enriquecedor en un negocio que les permite priorizar su desarrollo personal y profesional (Puybaraud, 2017).
Llama la atención el fuerte interés en saber cómo es la experiencia de compra de un cliente en alguna tienda, restaurante o espacio comercial, por el convencimiento que dicha experiencia tendrá un efecto no solamente por la obtención de un bien material o servicio utilitario, sino por satisfacer la parte emocional, de identificación con los valores de una marca o el exceso en la expectativa que tiene la persona. La experiencia del cliente y la experiencia laboral son dos caras de la misma moneda; se trata de garantizar que los entornos que se crean sean una manifestación externa de una marca y comuniquen los mensajes correctos a su público de manera consistente y efectiva (Flanagan, 2016).
La conexión que establece una persona con su entorno laboral determina una parte importante de su rendimiento, porque la experiencia que tiene le permite no solamente concentrarse en sus objetivos, sino que le ayudan a conseguirlos. Esto es posible porque la influencia del espacio no es solo superficial, las experiencias están definidas a) por sentimientos, no solo función, b) en múltiples niveles, y c) sin que sepamos que este proceso está sucediendo. La experiencia que un empleado tiene del lugar de trabajo tendrá un impacto en cómo se comporta (Flanagan, 2016).
Primero se debe establecer la experiencia que tiene el empleado en su entorno laboral. una experiencia es «un evento u ocurrencia que deja una impresión en alguien». A nivel biológico, esta impresión es generada por los cinco sentidos de un individuo que, en combinación, desencadenan una cierta respuesta emocional dentro del cerebro (Flanagan, 2016). Así como lo muestra la figura 1, los factores que influyen dentro del espacio de trabajo a una persona.
Las experiencias ayudan a individuos y empresas a alinear y avanzar en sus ambiciones. La experiencia humana es un diferenciador clave de cómo las personas se relacionan con una organización (Puybaraud, 2017). Estas experiencias tienen diferentes alcances o efectos en la persona. A nivel funcional cuestiones como el ruido, la iluminación deficiente y la temperatura pueden consumir la energía y la concentración de un empleado, lo que hace que las tareas demoren más, aumentan la fatiga mental y, a menudo, reducen la calidad del trabajo realizado (Flanagan, 2016).
Pero además de la parte funcionalista que se relaciona directamente con los aspectos físicos de la persona, que son los más evidentes y medibles, encontramos también el efecto a nivel emocional. El deseo de crear un ambiente positivo para los empleados es una clara indicación de que una organización está dispuesta a invertir en su gente. Una falla en este sentido puede tener un impacto negativo significativo en la percepción del empleado de la organización y su compromiso con su salud y bienestar (Flanagan, 2016).
Estos aspectos de influencia funcional y emocional son el resultado del estudio realizado por Jones Lang LaSalle a 7,364 empleados en 12 países entre europeos y asiáticos sobre la composición de la experiencia humana en los entornos de trabajo. Hemos explorado el modelo de experiencia humana a través de las tres prioridades de experiencia: compromiso, empoderamiento y realización, pero, en términos prácticos, ¿cómo puede una empresa implementar cambios y nuevas estructuras para facilitar tales experiencias? (Puybaraud, 2017).
En el mismo reporte se encontró que para soportar las presiones laborales y mantener el compromiso con la empresa los encuestados querían espacios no tradicionales para la concentración (47%), recuperar su energía (40%) y ayudarlos a alejarse de sus escritorios (39%).
Conclusiones
Es evidente que el espacio físico tiene un efecto en las personas y dependiendo del diseño, este resultado puede ser a beneficio o perjudicar tanto a empleado como a la empresa. Por tanto, es responsabilidad de las empresas el dotar a los empleados de un lugar de trabajo no solamente mínimo indispensable para realizar funcionalmente las tareas encargadas, sino ver más allá del trabajo como función y dotar a los espacios de esas características actuales como son la movilidad, posibilidad de tener espacios colaborativos y espacios privados dotados de la tecnología adecuada para eficientar los procesos.
El resultado será un incremento no solamente en productividad y resultados en números fríos, sino lo más importante que es el bienestar de las personas que funcionan como activos de la empresa, donde no son simples herramientas de trabajo, ni sistemas fríos de procesos. Ayudan a identificar el propósito de las personas y aumentan el sentido de pertenencia con el negocio, es decir el compromiso laboral. Traducido en términos de liderazgo, es un ganar – ganar.
Un lugar de trabajo impulsado por la experiencia humana va más allá del equilibrio entre el trabajo y la vida. Impulsa cómo se sienten las personas sobre su lugar de trabajo. Cuán empoderados, comprometidos y satisfechos están, es la fusión intencional de la vida y el trabajo basada en experiencias humanas auténticas (Puybaraud, 2017).
Bibliografía
Cruz Martínez, M., López, E., Cruz, R., & Llanillo, M. E. (2016). El estrés laboral en México. In La micro y pequeña empresa: Un análisis desde la perspectiva economico-administrativa. Retrieved from http://www.ecorfan.org/actas/A_1/32.pdf
Deloitte. (2018). Tendencias en Capital Humano 2018 México El auge de la empresa social. 40. Retrieved from https://www2.deloitte.com/content/dam/Deloitte/mx/Documents/human-capital/HCT-2018.pdf
Flanagan, J. (2016). Decoding the workplace experience: how the working environment shapes views, behaviours and performance.
Puybaraud, M. (2017). Workplace Powered by Human Experience. A global perspective. Retrieved from http://humanexperience.jll/wp-content/uploads/2018/02/7686-JLL-HUMAN-EXPERIENCE_GLOBAL-REPORT_SPS_A4_V5.pdf
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